martes, 28 de septiembre de 2010

Crónica de Cañamero (I Copa Extremeña)


El fin de semana del 18/19 de septiembre se celebró en la localidad de Cañamero, en la Comarca de Villuercas, famosa por sus vinos, la primera edición de la Copa Extremeña de Raids de Aventura, en donde el primer clasificado de la categoría Aficionado, y los tres primeros de Aventura, podían ganar una inscripción gratuita a la Liga del año que viene, además de los suculentos premios en forma de productos de la tierra.

Como siempre, los Magerit no faltaban a su cita con Alcor, organizadores de la prueba, compitiendo con dos equipos en categoría aficionado, los reaparecidos No Hay Dolor, con Bea, Paco y Juanjo (amigo de Bea), y los industriales KW, con Rafa, Padawan y Juandi, y con un equipo en categoría Aventura-pro, los Team, que recuperaban a Fred, incorporaban a Jesús (hermano de Juanjo) y seguía el de siempre, Rol (yo). Bego hacía de asistencia de lujo, retratando nuestros caretos en las pruebas especiales.

Sábado por la mañana (muy de mañana… a las 8:30) en la calle principal de Cañamero. Nublado pero con buena temperatura. Casi 50 equipos preparados para asaltar la Sierra de Villuercas. Todos mirábamos de reojo al castillo, pensando: jodidas balizas en ermitas/cotas/castillos. La etapa se dividía en un score más trekking y después bici, con las mismas pruebas especiales para todos: cerbatana y “cajas locas”.

A las 9:00 se daba la salida con recogida de plano al sprint, con Paco y Juanjo de los No Hay Dolor, Rafa y Padawan de los KW y los tres Team representando al club. El pueblo tenía sus cuestecitas, no tanto como Alange, pero sí lo suficientemente “rompepiernas” como para maldecir a todo bicho viviente. Llegamos a la primera prueba especial: cajas locas. Para el que no lo sepa, la prueba consiste en ir subiendo por cajas apiladas de coca-cola, de estas de los bares. Salías con tres y tenías que llegar a trece. Cada caja por encima de tres, te bonificaban con tres minutos (máximo diez cajas, igual a 30 minutos). Como no, mandamos a Fred a que las hiciera (gasto un 44 de pie “torcido” y no era plan), pero se desequilibra y sólo consigue cuatro… Bueno, pues apretamos más corriendo y ya está. Llegamos a la cerbatana. De nuevo Fred lo intenta, pero la diana decidió que si tú me las tiras fuertes, yo te las devuelvo para ver si te saco un ojo. Conseguimos clavar una, terminamos el score y salimos hacía el trekking.


Avanzamos por zonas fáciles de cultivo, pero al saltar de una terraza al camino, decido cambiar mi punto de vista y ver todo desde el suelo. Golpe en la rodilla, se hincha, sangra (casi me tengo que hacer un torniquete… Bueno, vale, no, pero sí que me arañé un poco y sí que se me hinchó). Terminamos el trekking y salimos con la bici, facilita, con algún tramo de empujar, y una bajada a saco por carretera (casi 60 kilómetros por hora). Durante esta etapa, no dejábamos de escuchar “al viento” la expresión “¡mariquita!”, pero no sabíamos el motivo…

Terminamos la bici y llegamos a meta en 2 horas y media… Joder, no estaba mal. De cuatro horas que daban, llegábamos séptimos en una clasificación apretada (quitando a los Sherpa, por supuesto). Los No Hay Dolor ya estaban en meta (acabaron 9º la etapa) y los KW no tardaron en llegar (16º). Aquí nos enteramos que el pobre Juandi, que sufrió la bici como si estuviera en un matadero, era el objeto de los insultos a su sexualidad por parte de Rafa.

Teníamos hasta las 19:00 para descansar y comer tranquilamente. A las 18:30 daban los planos de la primera etapa de la fase nocturna, con un trekking de casi 17 kilómetros en línea recta, en donde ya se veía sobre el plano que no iba a ser fácil. Subidas y bajadas continuas, y con la noche al acecho. Después del trekking tocaría una etapa en bici, y el kayak en cualquier momento de las dos. Salida a las 19:00, corriendo directamente a por las balizas más complicadas, para buscarlas de día. Dejamos las que están cerca del pueblo, dónde se están formando colas, y que podríamos coger a la vuelta.

Cogemos la del “mirador”, y seguimos a por la 41, la famosa 41… Muchos lo intentaron… Casi nadie la consiguió (y reconociendo la suerte los que lo hicieron). La pista era clara: pino. La zona no tanto: bosque de pinos. Es decir, había que buscar un pino en un bosque de pinos, en pendiente y con zarzas. Espectáculo garantizado. Para llegar al bosque atravesamos una zona de zarzas más jaras, con cuerpo a tierra incluido, en donde Fred demostró que la vegetación se aparta a su paso. Para Jesús y para mí no… Parecía como si hubiésemos intentado cepillarnos a una manada de gatos salvajes, pero por fin llegamos al bosque de pinos. Hala: subimos, bajamos, reorientamos, subimos, bajamos… Total, entre llegar y buscar y salir, perdemos más de una hora y sin encontrarla.

Seguimos. La siguiente baliza era un eucalipto… Pero esta vez no era un bosque de eucaliptos. La pillamos fácil y seguimos buscando. Nos desorientamos por un camino que no venía en el plano (era un cortafuegos en toda regla), y tuvimos que atravesar una zona aún peor que la anterior: aquí sólo había zarzas, ni siquiera jaras. Fred literalmente iba abriendo camino, mientras Jesús y yo intentábamos sobrevivir. Ya por fin, cogemos la baliza e iniciamos la vuelta al pueblo a por el resto, porque se nos echaba el tiempo encima, teníamos que hacer el kayak, la bici y las fuerzas empezaban a flojear.

Ya era de noche cuando llegamos al kayak, que hacemos Fred y yo. No me doy cuenta de que he cogido una pala cuyos extremos no eran perpendiculares. Si sumo mi habilidad “palística” a esto, los 4 kilómetros de remar se iban a convertir en 8. No pasa nada. Fred nos dirige con maestría, y dos equipos delante de nosotros nos van levantando las balizas. Perfecto.

Acabamos el kayak tiritando y con dolores por todos lados. Corremos como podemos para entrar en calor, Fred hace el yumar y el teleférico, y recogemos las últimas balizas que nos quedaban por el pueblo, con parada técnica al lado de unas señoras muy amables, que nos ofrecieron agua de su botijo.


Hacemos la transición, y la bici parecía fácil. Teníamos dos horas para hacer algo más de 20 kilómetros… Complicado sin conocer la zona, pero no imposible. Nos lanzamos a por ellas, y vamos recogiéndolas poco a poco. Terreno fácil y llano alrededor del embalse. Sólo alguna baliza en algún repecho y la siempre complicada orientación nocturna, pero Fred clava las balizas. Llegamos al pueblo, exhaustos. Nos habíamos dejado cuatro balizas. Mal asunto en cuanto a la clasificación (a pesar de todo, acabamos 6º), pero contentos porque la etapa, sobre todo el trekking, había sido del tipo de una nacional, y hasta nos lo habíamos pasado bien (bueno, con las zarzas no). Los No Hay Dolor (acabaron 7º) y los KW (acabaron 12º) ya habían llegado hace tiempo y se habían ido a descansar.

Domingo por la mañana. De nuevo, calle principal de Cañamero. Miro las clasificaciones, me quito las legañas, limpio las gafas, y vuelvo a mirar: cuartos. Había ocurrido un baile de clasificaciones bestial en la etapa nocturna. Equipos que fueron muy bien por la mañana pincharon en la noche y al revés. Nosotros como estábamos en tierra de nadie, pues recuperamos puestos. La suerte nos sonríe. Los que van primeros, que les sacan casi media hora a los Sherpa, se retiran. Es decir, que vamos terceros. Fred está animado. Jesús no tanto.

Salida a las 10:00 de la mañana en bici, con la etapa que definiría la clasificación del Raid: un rogaining a mitad de recorrido (consiste en coger el mayor número de balizas en una hora, y si te pasas, pierdes todas las balizas, incluidas las que has cogido, dentro del recorrido marcado). Pues hala, salimos escopetados en bici y cogemos las primeras balizas llaneando. Después empezaba la fiesta: subidas y bajadas fuertes a por las balizas en “cota”. Fred iba tocado, pero aguantaba el tipo. Jesús se mantiene, pero anda sin gasolina en las subidas, pero con pundonor para seguir adelante sin quejarse. Cogemos las balizas de rigor, y hacemos las pruebas especiales de arco y rappel, y llegamos a la zona del rogaining. Fred y yo nos turnamos para picar las balizas, pero siempre pensando en no apurar demasiado, cogemos 14 de las 24 balizas del recorrido sobrándonos 4 minutos. Ya sólo quedaba la última subida a la meta. Entregamos la tarjeta de control, y nos vamos a duchar y prepararnos para la comida.


No teníamos muchas esperanzas. Habíamos acabado 6º la etapa. Sin embargo, por dos minutos, habíamos mantenido el tercer puesto de la clasificación. Nos habíamos quedado a tan sólo 16 minutos del segundo. Los Sherpa, como siempre, inalcanzables. Los No Hay Dolor acabaron 8º el Raid, y los KW los 13º.

Y aquí acaba esta larga crónica de la I Copa Extremeña de Raids de Aventura. Pronto volveremos a Extremadura, a Barcarrota. Intentaremos realizar el buen papel del año pasado, porque Fred ya se encuentra recuperado, Jesús y Juanjo han probado el sabor del Raid y pueden repetir (aunque Jesús hizo un gesto obsceno acerca de correr en Aventura) y Padawan ha perdido 4 kilos.

¡¡¡Nos vemos en Barcarrota!!!

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